Los
aviones negros que circulan arriba de mi cabeza están bien lejos de ser apenas
aviones. En realidad, son pájaros obscuros y traicioneros que vuelan tan bajo
que uno de ellos me derriba en medio del lodo, donde no hay más
nada. Sí, quién diría, ahora estoy aquí en medio de millares de almas mediocres
a pensar en mi fin. Yo, él que siempre tenía todas las respuestas, pide
el silencio de quien no cree en más nada.